sábado, 17 de octubre de 2015

Un día cualquiera en una consulta médica cualquiera, de un Centro de salud en España




Hay muchas referencias  en blogs médicos que describen la realidad diaria de la denominada "atención primaria" en España, y mas en concreto de las consultas médicas. Y todas ellas coinciden en retratar una misma realidad: ausencia de tiempo para atender al paciente y la sobrecarga burocrática y asistencial sobre el médico, en contraste con la situación laboral del resto de personal sanitario y no sanitario
Incluso  la imagen ya habla por sí sola:
Centros de salud con las salas de espera abarrotadas de pacientes esperando ser atendidos  en las consultas médicas, y vacías para las de enfermería,
Centros de salud constituidos por personal sanitario no medico casi en su totalidad veteranos mayores de 60 años y en edad de jubilación, en contraste con médicos solo excepcionalmente mayores de 60 años. (aquellos que como en Auswich consiguen sobrevivir )
En definitiva: el retrato de todo un sistema parasitario montado en base a la explotación del médico de familia y el maltrato y engaño también del paciente, que desconoce la realidad.
Una realidad caracterizada por un tiempo  disponible para atender en consulta a cada paciente (incluidos niños) indigno e insuficiente, -recordemos es menos de 5 minutos y se pueden ver mas de 60 u 80 de forma ininterrumpida-, lo que supone de hecho, un riesgo para la salud pública y un atentado contra la Dignidad humana.
Para comprenderlo mejor tal vez solo basta leer entradas como esta del excelente blog: Humanismo médico y melodía, de nuestro querido amigo y compañero José Manuel Brea:    

http://medymel.blogspot.com.es/2015/09/una-consulta-medica-cualquiera.HTML

El doctor Devuelta se prepara para su consulta habitual de atención primaria. Tiene suerte, es propietario de su plaza, no es un eventual con un futuro incierto. Llega, más o menos descansado, cargado con preocupaciones de variable intensidad. Lleva años con la misma rutina, no exenta de variaciones, más o menos estimulantes, pero con parecida sistemática día tras día, sin excepción, o con la excepción que confirma la regla. Aunque, como dijo alguien con acierto, la medicina de familia bascula de la rutina al drama. Lo que no deja sin validez la realidad de su rutina.



Antes de comenzar, tal vez una sesión clínica, para repasar lo olvidado, cumplir un objetivo, reforzar su autoestima o completar la rutina. Sino, a comprobar en el correo oficial cualquier mandato, indicación, recordatorio o mensaje de interés. O a realizar los informes que quedaban pendientes. O a gestionar interconsultas de la novedosa y cuestionable telemedicina. De no haber alguna urgencia inesperada (el surgimiento del drama, con necesidad o no de salida del centro), la consulta del Dr. Devuelta dará comienzo conforme a la agenda establecida.



Unos 38 pacientes de media, demasiados o no, según como se vea, según como lo vean otros desde afuera. A razón de 6 o 7 minutos por paciente en 4 horas teóricas (pura teoría: no menos de 5 horas), echen cuentas. Y piensen que muchos no acuden por un único problema; han ido aumentando las policonsultas, sin que haya disminuido la frecuentación. Como médico de familia (de cabecera en otro tiempo), el Dr. Devuelta está dispuesto a enfrentarse a todo tipo de problemas, en su cometido de atención integral o biopsicosocial, y a ir incluso más allá.


El primer paciente, un joven de treinta y tantos años, nuevo en el cupo del Dr. Devuelta, viene a buscar la baja laboral (habitual “debut”); ha tenido un accidente de tráfico y trae el informe del hospital privado donde lo están tratando de un esguince cervical. De paso, pide la receta del antibiótico que le prescribió un dentista. El segundo es una mujer de setenta años que acude por varios asuntos; entre ellos, demanda tratamiento para su habitual dolor artrósico, quiere extraer un tapón de cerumen y desea hacer un nuevo análisis para ver el colesterol.

La consulta del Dr. Devuelta se desarrolla por el cauce habitual, llevándose la burocracia la mayor parte del tiempo: renovación de recetas, partes de baja, informes de salud, informes de dependencia, etc. La patología va de los procesos agudos banales (infecciones respiratorias de vías altas, gastroenteritis, cistitis, conjuntivitis…) a la revisión de procesos crónicos (hipertensión, EPOC, diabetes, osteoporosis…). Y entremedias, se presentan pacientes aquejando algún síntoma reciente de importancia: dolor abdominal, dolor torácico, vértigo, palpitaciones…

Nuestro especialista en medicina familiar y comunitaria (médico general de antaño), como otro día cualquiera, atiende a pacientes con problemas afectivos (trastornos de ansiedad y depresiones) y a dependientes de alcohol o drogas. Se presenta la policía con un toxicómano que demanda un ansiolítico, aduciendo estar con el mono. “Menos mal que no se trata de hacer un parte de lesiones, como tantas veces”, se consuela el Dr. Devuelta; le llevaría más tiempo cubrirlo que atender tres o cuatro citas. Otros problemas sociales, como siempre, no dejan de presentarse.

Tres citados urgentes en un espacio de 5 minutos: son pacientes de otros médicos y otro turno. El primero refiere una molestia en el costado desde hace ocho días; el segundo dice estar con diarrea y requiere un justificante para no ir a trabajar; el tercero está acatarrado y alega no poder acudir a su médico porque se va de viaje. El Dr. Devuelta no discute con nadie (sabe que no sirve de nada); los primeros años informaba sobre las normas e intentaba educar a los usuarios del sistema, pero ahora reserva sus energías. No es resignación –piensa–, es obrar con inteligencia.

Le han dado un aviso domiciliario. Le queda poco para acabar, saldrá enseguida; es cerca, irá andando, no tendrá que llevar su coche ni mendigar (aun sintiéndose el último mono) que le den apoyo logístico. Pero casi simultáneamente lo llaman a la sala de urgencias: hay un herido con un corte en un dedo; la enfermera nueva dice que no sabe o no quiere suturar. Tiempo atrás, el Dr. Devuelta ya se había quedado estupefacto al comprobar que en la actualidad hay enfermeros que no suturan heridas, incluso con orden médica. “Malos tiempos para la medicina”, murmura.

Realiza el aviso domiciliario y finaliza la jornada (en total 37 pacientes, lo que no está mal, considerando que podían haber sido más, pues no tiene posibilidad de autogestión o autonomía de gestión). El Dr Revuelta suspira... Otra rutinaria jornada, con sus variaciones, más o menos estimulantes. 

El Dr Revuelta no entiende que no se cambien las cosas, que no se simplifique el papeleo, que no se mejoren los procedimientos. Sabe que los gestores no atenderán a reivindicaciones si no se les fuerza. Sabe que no hay unión entre los profesionales para lograrlo. También sabe que en atención primaria hay médicos zombis, que no se inmutan, que obedecen sin rechistar, que se tragan su queja. Decepcionado, mantiene una pizca de entusiasmo salvador. Y procurando un mínimo de necesaria dicha, aguarda a que llegue el día de la jubilación liberadora.


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