domingo, 29 de septiembre de 2013

Porque los médicos de cabecera "aciertan" mas; a proposito de un caso de dolor incoercible



Tal vez aciertan mas, porque disponen básicamente de mas elementos de juicio para elaborar el diagnostico y por ello también el tratamiento (disponen de mas papeletas), .. porque pueden observar desde mas planos al paciente, tanto en extensión como en profundidad,.. porque no ven una foto sino la película entera y conocen ademas a sus personajes principales y secundarios, por lo que pueden desentrañar mejor la trama.
En definitiva porque pueden tener una visión mas general y profunda del paciente y su entorno, y por ello de su proceso patológico.

Aunque ya tratamos este tema en otra entrada 

Y es que, debemos admitir con humildad que la Medicina siempre será una ciencia predictiva  e inexacta, y en cierta manera "artesanal",  de hecho aun quedan pacientes  -generalmente mayores- que se dirigen a nosotros con " a ver si me acierta usted, doctor.

En el plano del diagnostico: porque sin necesidad de preguntar, conoce casi todos los datos de la anamnesis, al saber mejor la historia personal y familiar del paciente, especialmente aquellos datos no registrables y que sin embargo suelen ser los mas relevantes para el diagnostico certero..

 Viene todo esto, al caso de una paciente de 76 años que presenta dolor incoercible y limitante en región lumbar de varios meses (coincidiendo con las vacaciones de su médico de cabecera)
Desde ese tiempo, dado que no experimentaba mejoría y ante la desesperación de su familia ha acudido a  los servicios de urgencias del Hospital y ha visitado a varios traumatólogos  y neurocirujanos, con lo que ha ido sumando nuevos tratamientos sin experimentar ninguna mejoría de su dolor,  al mismo tiempo que aparecían nuevas patologías: temblor, cefaleas, mareos con hipotensión, estreñimiento, faringitis, insomnio y somnolencia diurna, anorexia, etc...
Al tratamiento inicial con  ibuprofeno y paracetamol ha ido sumando toda la colección completa de analgesicos y a dosis máximas: metamizol, enantyum, tramadol gabapentias, pregabalinas, etc.., y ya en la puerta de entrada de derivados mórficos.

Cuando la paciente visita a su médico de cabecera  (desde ese momento, ya Cresencia y Don José), antes de realizar la exploración física y anamnesis, este ya sabe que Crescencia enviudó hace pocos meses así como que también perdió a su amiga y vecina con la que paseaba, sabe también que una hija suya esta en tratamiento de cáncer de mama y otra en proceso de separación, sabe además que el Tac realizado hace varias semanas no descubre nada nuevo que no estuviera en el anterior realizado hace 7 años.
 Y sobre todo sabe que muchos síntomas aparecidos pueden ser la suma de efectos secundarios de la nueva polimedicación.

Con esa resolución y seguridad  que recuerda a los quiebros del torero, le dice que suspenda casi todos los tratamientos analgésicos y reduzca a paracetamol y o  ibuprofeno a  dosis moderadas, y le receta uno de los fármacos para el tratamiento de patologias con gran componente somatico y depresivo, que mayor numero de éxitos terapéuticos le ha producido en su carrera y que a su vez recogió de otro "veterano torero"   (esa acertada combinación de díazepan, sulpiride y piridoxina (Tepazepan) (0-0-1) y piridoxina 300 (1-0-0)) y que vuelva a la semana para ver como se encuentra.

A los 5 dias se presenta en consulta Crescencia con su hija Isabel, para indicar que se encuentra mucho mejor, casi ha desaparecido el dolor, pero sobre todo el temblor, no se marea, ya duerme por la noche, ha recobrado el apetito y hasta sale a la compra de nuevo con su carrito.

Casos como este, nos indican que la Medicina de familia siempre será la base de cualquier sistema sanitario y que el verdadero progreso social siempre irá de la mano de una mayor humanización del mismo.
Por eso cuando los médicos reivindicamos y casi mendigamos tiempo para atender a nuestros pacientes, simplemente estamos ejerciendo un deber y reclamando un bien social.

Los médicos nos damos cuenta que hay un margen en torno de cada trastorno, incluso del mas orgánico, que solo se deja atacar por la brecha ideal y misteriosa de la sugestión.
 Y esta fuerza, que creo que debe llamarse extracientífica, depende, en último término, de una sola cosa: del entusiasmo del médico, de su deseo ferviente de aliviar a sus semejantes; en suma, del rigor y de la emoción con que sienta su deber ".

Gregorio Marañón


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